Esencia del coaching

"El coaching consiste en liberar el potencial de las personas, para que puedan llevar su rendimiento al máximo. Consiste en ayudarlas a aprender en lugar de enseñarles" (Tim Gallwey).

10 de agosto de 2017

¿Qué quiero ver?


A partir de esta noche observaremos en el firmamento las famosas "Perseidas" o "Lágrimas de San Lorenzo". Estas estrellas fugaces o meteoros las podemos ver anualmente entorno al 11-13 de agosto, fecha muy próxima a la festividad de este santo. 






Las "Perseidas" toman su nombre de la constelación de Perseo, ya que por perspectiva, aparentan provenir de la dirección de dicha constelación, no tienen ninguna conexión real con ella. Perseo, hijo de Zeus y de la mortal Dánae, es uno de los heroicos semidioses de la mitología griega, llevando a cabo tareas sobrenaturales, entre otras fue quien dio muerte a Medusa. De este modo, cortándola la cabeza, convertiría en piedra a cada uno de sus enemigos. Siempre, según la mitología, su concepción fue cuando Zeus, que deseaba a Dánae, la visitó en forma de lluvia de oro, de la cual nació Peseo. Quizás aquí tenemos este nombre de meteoros o estrellas que pasan estos días cercanos a la tierra, los cuales no son los únicos a lo largo del año.

¿Y por qué quizás nos llaman tanto la atención este paso de estrellas fugaces, como ese eclipse de luna que tuvimos hace unos días? Cierto. Esto no sucede todos los días. Es algo pasajero, especial, esporádico, veraniego. Como los fuegos artificiales. Unos momentos maravillosos y después... ¿qué?

Creo que lo realmente maravilloso de cada día son esos mil detalles hodiernos que acontecen a nuestro alrededor: un amanecer o un atardecer; el cambio lunar; los colores que configuran el entorno que nos movemos; una noche estrellada o una tormenta de verano; el mar, la montaña, el agua que bebemos... 





Y si pudiéramos ver un poco el interior de la personas (desgraciadamente esto es más difícil porque el escaparate mundial parece que solo nos presentan cosas negativas) podríamos sorprendernos aun de cosas más maravillas: el cariño, la bondad, la belleza, lo bueno, y sobre todo el amor de tantas y tantas personas que caminan a nuestro lado.

Si queremos cambiar el mundo, si queremos cambiar algo de nosotros mismos, es hora de abrir bien los ojos para ver no solo una noche, sino constantemente, todo lo bueno y bello que existe entorno a nosotros.










Biografía:
http://www.astrocantabria.org/?q=perseidas
http://mitosyleyendascr.com/mitologia-griega/perseo/


15 de octubre de 2016

Los cambios en la vida: algunas pautas



Toda elección implica tomar y dejar. Sin saber a ciencia cierta qué será mejor o peor. El tiempo se encarga de ir poniendo cada situación en su lugar...

Esto suele pasar cuando se presentan grandes cambios en la vida. Generalmente siempre suele ser para mejor. Por ahí leí no hace mucho que "los tiempos de crisis, son tiempos de grandes oportunidades". Pues bien, todo depende de la actitud como cada quien quiera acoger esos momentos.

Pero ahora quiero centrarme en los cambios. Y lo haré desde mi experiencia de este año, pues mirando estos meses atrás, no dejo de sorprenderme del verano que me ha tocado vivir, entre otros los cambios de hogar y laboral. Eso sin entrar de lleno en esos cambios que presenta la vida de cada día. Empecemos!

Lo primero, implica un deseo. Implícito o explícito. Quererlo de verdad y de corazón. No desesperarse, porque si es para ti eso que deseas, seguro que llegará. No te agobies. Vive la vida, disfruta cada momento. Y cuando menos te lo esperes, estarás viviendo aquello que un día deseaste.

En segundo lugar, querer. Querer acoger ese cambio que se presenta. Muchas veces deseamos tantas cosas, pero nuestro interior no está en disposición para realizarlo. Queremos algo... pero en el fondo no lo queremos del todo, sea el motivo que sea. Quizás será porque estamos anclados en nuestra zona de confort, aquella zona de seguridades que implica pocos riesgos o nuevos descubrimientos de aquellos que quisiéramos para nuestra vida.

Otro punto importante ante el cambio es saber adaptarme. No todos, ni en todos los momentos de nuestra vida, tenemos esa capacidad de adaptación. Vemos que el cambio que estar por venir nos beneficia, queremos... pero no sabemos adaptarnos y miramos continuamente hacia el pasado. No. Hay que mirar hacia adelante.

Por ello, en cuarto lugar vive el presente. Sí, ese nuevo presente que te presenta el cambio. Con sus retos y desafíos. Con sus emociones y sentimientos. Con sus penas y alegrías. Mira el cambio desde las perspectiva de tu crecimiento personal. Nunca es tarde para empezar, cuando sobre todo la dicha que se avecina es la correcta.



Por último, sé feliz. El cambio, sí o sí, cuesta, duele, es difícil. Quien sube la montaña, ve los valles. El que se queda en la falda de la misma, apenas atisba los árboles que tiene en frente. Esa es la realidad. Solo lo que cuesta, merece la pena.

En una línea: Deseo Querer Adaptarme en mi nuevo Presente para seguir siendo Feliz. Y tú, ¿estás dispuesto a realizar CAMBIOS EN TU VIDA?

No esperes a los grandes cambios. Empieza hoy mismo. Por ejemplo tu forma de pensar, de ver la vida o tratarte y tratar a los demás. Los grandes cambios son frutos de esos pequeños cambios que realizamos día a día. Vive hoy lo que que quieres vivir el día de mañana.

17 de abril de 2016

Y tú, ¿sabes lo que quieres en la vida?

En pocas películas he visto tan atentos a mis alumnos de 14-15 años como en la última que acabamos de ver. Son de esas que no vemos repetidas en la televisión. Incluso dudo de su merchandising el día de su luz. Por ello quiero dedicar esta entrada para transcribir algunas frases que ahí salen. No solo como profesor, sino sobre todo como coach, considerando lo importante que es SABER QUÉ QUEREMOS en esta vida.

"Moscati, el médico de los pobres" o "el amor que cura" como reza su título original en italiano ("Moscati, l'amore che guarisce"), nos ilumina constantemente, que a pesar de la vida de cada día, se puede ser feliz, siendo uno mismo. La película está basada en la vida de este gran médico, investigador y docente universitario napolitano del siglo pasado.

Aquí te dejo algunos textos para reflexionar:

"Os pido perdón si no he sido capaz de manifestaros mi afecto, como hubiese querido".

"No estés triste. Pon en práctica la fortaleza. Cada uno de nosotros tiene su puesto para luchar".

“Si cultivas en el corazón rencores, terminas descuidando tu misión y también descuidas a las personas".

"No es la ciencia, mas la caridad, la que ha transformado el mundo, en algunos periodos. Sólo pocos hombres han pasado a la historia por la ciencia. Pero todos podrán permanecer inmortales, símbolo de la eternidad de la vida, en que la muerte no es el fin de una etapa, sino la metamorfosis en ascenso, si se dedican al bien".

"La vida es un momento: honores, triunfos, riqueza y ciencia desaparecen. La belleza, cada encanto de la vida pasa. Solo queda el amor eterno, causa de toda obra buena, amor que sobrevive en nosotros. Porque el amor es Dios".

"Ama sobre todo la verdad. Muéstrate tal como eres: sin miedos, sin falsedades, sin miramientos. Y si la verdad te cuesta persecución, acéptala; si te cuesta tormento, sopórtalo. Y si por la verdad tuvieses que sacrificarte a ti mismo y tu vida, sé fuerte en el sacrificio. La muerte no es el fin sino el principio".

Y si quieres conoces más frases y vida de Giuseppe Moscati te comparto este enlace: Giuseppe Moscati

¡No dejes de perseguir aquello que quieres en la vida!

4 de abril de 2016

Alegría vs Gozo: LA FELICIDAD DE CREER


¿Alegría o gozo? Según la RAE, "alegría" viene de alegre. Lo define como: "sentimiento grato y vivo que suele manifestarse con signos exteriores". Incluso, en una de sus definiciones, dice: "irresponsabilidad, ligereza". Mientras que "gozo" lo define como: "sentimiento de complacencia en la posesión, recuerdo o esperanza de bienes o cosas apetecibles. Alegría del ánimo".

Entonces, ¿cual es la diferencia? Podríamos resumir la alegría como un estado de ánimo que se caracteriza por la satisfacción de haber conseguido algo. El gozo va más allá, como esa emoción más intensa, interior, profunda, que se puede tener interiormente, sin que se publique y se manifieste.

Después de la cuaresma y y tras finalizar la semana santa, el mundo cristiano celebra la Pascua: la felicidad que le viene dado al creyente de saber que Jesús de Nazaret resucitó entre los muertos, y poner su esperanza en que al final de este mundo ellos también alcanzarán la dicha de las dichas: la resurrección, la felicidad eterna (si has pasado haciendo el bien por este mundo).

Otros, creen en la reencarnación. Totalmente opuesto al pensamiento cristiano, pues al morir, el alma pasa a encarnar la forma de un animal o cosa dependiendo de los actos, buenos o malos.

Hay quienes no creen en nada (o mejor no creer para no comprometerse). Una especie de aquel adagio latino que tenían en la antigua Roma: "Comamos y bebamos que mañana moriremos". A pesar de ello, sin embargo, la civilización clásica se distinguió por ser una sociedad bastante religiosa.

Entonces llega la pregunta del millón: "¿Tengo que creer para ser feliz?" Personalmente, más bien, reformularía otro tipo de preguntas, muy unidas entre ellas:

1. ¿En qué o quién creo? ¿Soy feliz con ello?
2. ¿Lo traduzco en obras, hechos, acciones que hablen de mí por ello?
3. ¿Me siento alegre, gozoso de ser así? ¿Hay algo que tengo que cambiar? O, ¿soy feliz como soy?

A veces, la llave de todo es soltar. Primero cree en ti mismo, para ganar la carrera a tus miedos. Y si hay algo que cambiar o gozar: ¡HOY es el día!

17 de marzo de 2016

¡¡¡Felicidades!!!


A lo largo del año son pocas las veces que somos felicitados por algún motivo: cumpleaños, onomástico o santo, navidad, algún aniversario importante, día del padre o de la madre, lograr una meta u objetivo conocido.... y no muchas cosas más. Y si conoces alguna más, dímelo, para ampliar el repertorio. Claro, que en ocasiones solo felicitamos para salvar el momento. Lo que llamamos por compromiso", y no de corazón.

No es fácil felicitar a los demás, sea el motivo que sea. El frenesí del mundo en que vivimos, nos hace centrar el foco muchas veces sólo en nosotros mismos, olvidando aquellos que consideramos más cercanos o queremos.

Este año hice un experimento. Tan sólo hace unos días celebré mi cumpleaños. Meses atrás mi cuñado me dijo que "no tenía su fecha de cumpleaños puesta en las redes sociales, pues quien sabe el día de tu cumpleaños, se acordaría de ti". Por eso, este año quise experimentar quienes se acordarían de este día. Y efectivamente, ¿de quiénes recibí la felicitación? De viva voz ante todo de mi mujer, de mi hijo, de mis padres y parte de la familia. Otros, a través de mensajitos. Y de la mayoría... nada. 

Afortunadamente no necesito la felicitación de nadie para subir la autoestima. Doy gracias que me siento feliz no solo por lo tengo sino sobre todo por lo que soy al día de hoy. Pero esta experiencia me ha confirmado aquel dicho que leí hace un tiempo: "Cuando uno quiere a alguien, es un placer dedicarle tiempo". 


Y tú, ¿a quién quieres de verdad? ¿cuánto tiempo le dedicas? ¿qué prefieres, ver a esa persona o llamarle por teléfono? ¿llamar o enviar un mensaje? ¿enviar un mensaje u hacerte el olvidadizo?


"Nadie sabe lo que tiene, hasta que lo pierde", reza el refrán. Dedicar tiempo a aquella (o aquellas personas) que queremos. Muchas veces no es cuestión de mucho tiempo, sino de querer.

Desde ya: ¡Muchas felicidades! Deseándote todo lo mejor. Pues todos los días, seguro que tenemos algo qué celebrar.

14 de febrero de 2016

Quererte es también premiarte


Impresionante. Nos machacamos muchas veces a cumplir unas metas, unos objetivos, a vivir unos sueños y después... como fuegos artificiales que brillan por un instante, todo desaparece. ¡Cuántas veces dejamos pasar la vida sin aprovecharla! ¡Sin ser felices hasta el final! No nos valoramos los suficiente. No nos premiamos. Realmente, no nos queremos.

¿A qué me refiero? Sí. Querernos. Amarnos siempre. No podemos cambiar el mundo, si no nos cambiamos a nosotros mismos. Porque el mundo somos nosotros. Cada uno. Cambia cada uno, y el mundo cambia. Si yo soy feliz, el mundo es feliz. ¿Qué es amarnos?

El primer lugar reconocer tus éxitos. Los seres humanos generalmente ponemos más atención en los acontecimientos negativos que nos rodean que en los positivos. Basta sólo ver cinco minutos de cualquier telediario y difícilmente encontrarás algo emocionalmente beneficioso. Lo mismo sucede hacia nosotros mismos. Nos castigamos constantemente por las derrotas obtenidas, más que por los éxitos conseguidos o superados: haber estudiado a conciencia para un examen, mis quehaceres diarios de padre, madre, hijo, hermano..., ser responsable en mi trabajo profesionalmente sin dejar chapuzas en el camino, etc. Sí, eso de cada día, bien realizado. Eso que me deja molido al llegar a la cama.

En segundo lugar, premiarte. ¿Por qué no premiarte? Ahí está lo maravilloso: hacer de lo ordinario, algo extraordinario. Están en juego tus sentimientos, tus emociones, tu pasión. Disfrutar de lo que haces en cada momento. Y aquello que llega algo más amargo, buscarle la buena cara. La serotonina, es decir, la sustancia cerebral que interviene en la felicidad, aumenta. ¿Cómo? Muy sencillo. Prémiate con aquellos caprichos que estén a tu alcance: la música que te gusta, la lectura que te evade, un vaso de refresco, un paseo al aire libre sólo o en buena compañía, una película que te gusta, un momento de silencio, un descanso... lo que sea. Lo importante es que tu esfuerzo lo veas premiado tú. No esperes que nadie te lo valore, si tú no te lo recompensas primero.

Por último, compartirlo. Al igual que "las penas compartidas, son menos penas", del mismo modo, las alegrías y logros compartidos, se disfrutan más. Quizás no todo el mundo te entenderá. Lo importante es que no quede esfuerzo en tu vida sin que tú mismo te recompenses. La vida misma ya trae muchas veces sinsentidos y sinsabores. Por ello, hemos de aprovechar todo lo que podamos regalarnos. Sólo si te quieres a ti mismo siempre, haremos un mundo más alegre, un mundo más feliz.

6 de enero de 2016

VIVE LA MAGIA DE TU CORAZÓN

Fue un sueño, hecho realidad...  de Melchor, Gaspar y Baltasar.

Vieron la estrella. Esa que cada uno llevaba dentro de su corazón. No la dejaron pasar. Como las grandes o pequeñas oportunidades. Estrellas había muchas, pero aquella era "La Estrella". Se pusieron en camino. Y lo que anhelaban, estaban a punto de convertirlo en realidad. Ropa, comida, y poca cosa más para el camino. Acción. El corazón habla, pero las acciones transforman el interior. Hubo momentos que la estrella se les perdió. Y tuvieron que preguntar. Así es la vida. No siempre conocemos todo el camino... por más estrella que queramos seguir. Necesitamos alguien que nos acompañe a encontrar lo que queremos.

Ellos, magos en sus oriundas tierras, fueron humildes en tierras extranjeras. Pidieron consejo y ayuda. Tras duras jornadas de camino... llegaron al lugar. ¿Sería lo que esperaban? No sabemos. Tan solo que le ofrecieron a ese Niño: oro, incienso y mirra. Así, convirtieron su sueño en realidad.

Mirra: "sustancia aceitosa que se emplea en perfumería, de sabor amargo". Muchas veces la vida es amarga. Pero si no la vivimos con alegría, termina siendo más amarga todavía. Los magos por ello nos invitan a vivir con ALEGRÍA. ¡Transforma cada acto de tu vida en energía y vitalidad positiva! No vivas sólo para ti. Formamos parte de un mundo maravilloso. Embalsama con tus acciones el presente y futuro del mundo que te rodea: familia, amigos, compañeros... ¿Cómo voy a ser más alegre de hoy?

Incienso: "humo aromático". Una de sus funciones es traer paz, tranquilidad. ¡Cuántas veces andamos preocupados por el futuro! o ¡angustiados por el pasado! Necesitamos DISFRUTAR EL PRESENTE. Vive cada momento como si fuese el último. Transforma tus sueños en realidad. Pásalos a la acción. Sé feliz cada latir de tu corazón. ¿Qué estoy haciendo para vivir mi sueño?

Oro: "metal precioso". Y, ¿qué más precioso que el AMOR? El ser humano necesita amar y ser amado. Incluso aquellos que lo niegan. Somos así por naturaleza. Necesitamos el AMOR. El oro, cuanto más ha sido sometido en el fuego del crisol, más puro es. Así es el amor del ser humano, cuanto más cuesta, más puro, más verdadero. ¡Vive con AMOR la vida!

Hoy es una noche mágica. Seguro que tú también tienes una estrella que quiere seguir tu corazón. No tengas miedo, así como hicieron los magos. ¡Síguela! Y no te olvides llevar en tu equipaje: oro, incienso y mirra. Alegría, disfruta lo que haces y sobre todo... AMOR.





1 de enero de 2016

¡FELIZ AÑO NUEVO, FELICES SUEÑOS PARA EL NUEVO AÑO!

Las uvas de la suerte aquí en España, los besos en Estados Unidos, el plato de lentejas en Italia, romper la vajilla en Dinamarca, vestir ropa interior roja, ser el primero en visitar a algún familiar o amigo en Inglaterra o las más 100 campanadas en el Japón, son algunas tradiciones con que despedíamos al año viejo a lo largo de nuestro globo terráqueo. En el fondo deseando todos un mundo mejor, tanto para nosotros, como para los demás: amor, salud, dinero, paz, prosperidad, etc.






Sí. ¡Es Año Nuevo! El primer día del año. Un momento oportuno para hacer un alto en el camino. El pasado, pasado está. Hay que mirar hacia el futuro. Pero no te agobies, porque el futuro tampoco está en tus manos. Disfruta el presente. Vívelo. ¡Gózalo! Es lo que tienes ahora. Déjate llevar...

Sin embargo, en este momento tan dulce, es hora de regalarte tus sueños. Es tiempo de convertir tus sueños en realidad: ¿Qué sueño al final del año quisieras ver convertido en realidad? No dudo que tienes muchos. Incluso algunos los llevas arrastrando varios años, lustros o quizás incluso décadas. Te daré algunas pistas. A mí, me ayudan y me han ayudado muchísimo.

1. Convierte tu sueño en un objetivo realista para llevar a cabo. Que te sientas bien con ello, porque sabes que aporta satisfacción a tu vida y no tengas que lamentar posteriormente haber dejado ese sueño que llevabas dentro de ti: ¿Cual es mi mayor sueño, mi objetivo para este año? ¿Es real? ¿Cómo sé que es real? ¿Cómo lo puedo llevar a la práctica?

2. Persíguelo. No dejes que otros sueños más pequeños impidan alcanzar tu mayor sueño. Toma conciencia de verdad en aquello que quieres: ¿Qué otros sueños pueden obstaculizar mi mayor sueño? ¿Esos pequeños sueños me acercan o me alejan de mi mayor sueño? ¿Cómo los voy a dejar de lado? ¿Cómo acabaría la frase? QUIERO......




3. Si quiero algo, es porque he visto que es alcanzable. Si quiero ver mi sueño hecho realidad es porque creo fuertemente que puedo alcanzarlo. ¿Cuándo lo voy a lograr dentro en este año nuevo? Semana a semana, mes con mes, ¿cómo sabré que lo estoy consiguiendo?


4. Lo mido: Hoy que inicio, del 1 al 10, ¿qué nota me pongo?. Y después, día tras días, al final de la jornada, ¿qué nota me pongo? Y después de un mes, y otro mes, me pregunto: ¿qué nota me pongo, del 1 al 10? Sólo que se me mide, se puede superar.

5. No por ser la última pista es la menos importante a tener en cuenta, sino todo lo contrario. Mi sueño ha de ser específico. Y planteado de forma positiva. Cuanto más específico más consciente seré de mi objetivo. Quien dice que va a ser bueno, que va a estudiar más, que va ayudar a otros... y no especifica, es como si dijera que "va a hacer nada". Así es la vida.

"Si quieres algo, quiérelo de verdad", decía un viejo amigo. Si tienes un sueño, haz tu sueño realidad. Y ya sabes, que como coach estoy a tu disposición desde el inicio del año en ayudarte a cambiar aquello que tú quieras cambiar. ¿Estás dispuesto a soñar?

¡FELIZ AÑO NUEVO, FELICES CAMBIOS PARA EL NUEVO AÑO!

29 de diciembre de 2015

Creencias

Nos encontramos en el ecuador de las fiestas navideñas. Atrás, Nochebuena. Por delante, Nochevieja... un Año Nuevo por estrenar. Son días, que de un modo u otro, celebramos en casi todo el planeta. Y es por eso, que quiero hablar hoy un poco de las creencias. Un término que quizás asociamos sobre todo al mundo de la religión. Pero no tiene porqué. Me explico.

Según la RAE, sus dos primeras definiciones, dice: "Firme asentimiento y conformidad con algo. Completo crédito que se presta a un hecho o noticia como seguros o ciertos". En las clases de filosofía he visto con mis alumnos, dentro de los grados del conocimiento, que "consiste en que alguien está convencido de que lo que piensa es verdad, pero no puede aducir una justificación aceptable para todos".

Hasta aquí, podemos sacar la primera conclusión. Las creencias no son buenas ni malas. Todo dependerá de aquello que queramos conseguir. Y la pregunta del millón es: ¿Nos ayudan o nos limitan? Muchas de estas creencias nos fueron implantadas en la infancia (padres, maestros, cultura, medios...) mucho antes de que fuéramos conscientes de su impacto o de que pudiésemos decidir sobre ellas. Nuestras creencias y nuestros valores proporcionan el refuerzo que apoya o reprime determinados comportamientos y capacidades. Por ellos cuestionarse y tener que cambiar una creencia en la vida es muy fuerte. Y enfrentarse a ello, más valiente todavía. Pero en ocasiones habrá que hacerlo si queremos ser realmente felices. Si queremos de verdad y sinceridad.


Como nexo, podemos hacernos la siguiente pregunta: ¿Quién controla las creencias? ¿Yo controlo mis creencias o las creencias me controlan a mí? Los pensamientos sobre nosotros mismos tienen un efecto muy potente. Modifican nuestra actitud, nuestra psicología, nuestra motivación para actuar. Muchas veces nos pasamos la vida auto justificando nuestra razón para confirmar que nuestra creencias son ciertas. Nos da seguridad y una falsa sensación de que controlamos la vida. Es por esta razón que hay que vigilar que nuestras creencias nos favorezcan y ayuden, porque siempre vamos a encontrar motivos para justificar y construir sobre ellas nuestra verdad.

Creamos lo que creemos. Aquí llegamos a la segunda conclusión: Crecer en mis creencias potenciadoras. Una creencia provoca un sentimiento, el sentimiento genera un comportamiento y el comportamiento produce un resultado, es decir, desemboca en la actuación. Quizás no nos damos cuenta de que nuestros actos, nuestros sentimientos están siendo impulsados por creencias que no hemos aceptado realmente en nuestra propia vida. Otras, porque hemos perdido la razón de aquellas creencias y valores que me mueven a actuar.

Finalmente quiero compartir contigo estas 10 preguntas sobre cada una de tus creencias. Te aviso, no será fácil. Date tu tiempo. Ve creencia por creencia. Y si necesitas ayuda, no dudes en pedirla. Los que nos dedicamos al coaching estamos para ayudar a las personas a cambiar en su vida para que sean más felices, sean ellos mismos.

Aquí van...
1. ¿Qué hechos demuestran tus creencias?
2. ¿Qué hechos demuestran lo contrario de esta creencia?
3. ¿Qué te está costando, qué estás sufriendo y sacrificando por tenerla?
4. ¿Que intención positiva tiene esa creencia?
5. ¿Te hace sentir paz o estrés cuando la piensas?
6. ¿Para qué te sirve?
7. ¿En qué ámbito es válida?
8. ¿Con qué estándares la comparo?
9. ¿Qué posibilidades abre o cierra?
10. ¿Quiero continuar sosteniéndola?
                                                                         ¡Felices Fiestas!!!




1 de noviembre de 2015

Muerte y Vida

"Y tú, ¿qué dices de la muerte?" Así me preguntó uno de mis alumnos, ante la fiestas y celebraciones de estos días.

Ante todo, sé que es lo único seguro que tendré en la vida. Lo quiera o no. Es evidente que no conozco cuando llegará. Por ello, intento vivir cada día como si fuese el último de mi vida.

Me siento afortunado que una de mis creencias potenciadoras es esta: que con la muerte no se me acaba todo, sino que comenzará algo mucho más grande de todo aquello que yo, en este instante, me pueda imaginar. Esto es lo que me hace vivir libremente. Gozar cada momento. Compartir las alegrías con mis seres queridos, amigos y personas que se cruzan en mi camino.

¿Alguna experiencia? Al pie de la letra, no. Si no, no estaría escribiendo estas líneas ni tú leyendo. Lo más parecido fue cuando me robaron un ordenador portátil hace ya años. Sucedió en Argentina, en la ciudad de Salta. Fui a cenar con unos amigos. Dejé mi ordenador en el coche, ingenuo de mí, pues hasta entonces nunca había pasado nada. Al regresar vi el maletero forzado. Había desaparecido la mochila del ordenador. En él tenía todos mis archivos académicos, fotografías, apuntes... e incluso coincidió que llevaba casualmente la mismísima copia de seguridad. Las nubes y otros sistemas de guardar aún no se había inventado... Ese día no dormí. Creía que me moría. Había perdido todo. Años y años de trabajo. TODO, perdí TODO. Una sensación de muerte. Pero afortunadamente, seguía con vida, y por ello, muchas cosas llegan por otro camino.

Eso, la muerte te despoja de TODO. Seas pobre o rico, feo o guapo. Listo o tonto. No perdona a nadie. A nadie. No sé, estos días que veo a la gente disfrazarse de la muerte, ¿no será acaso un modo de reírse de aquello por lo que pasarán un día y de negar el miedo que tenemos ante este evento seguro?

Desde hace unos años me encuentro, por diversas circunstancias, en una segunda parte en mi vida. Como si hubiese comenzado de nuevo a vivir. De la primera parte de mi vida, sólo me he quedado con todo lo bueno acaecido. Desde entonces busco más ser yo mismo, sin que nada ni nadie me diga lo que tengo que hacer o decir.

Y como de la muerte nadie se ha librado. Tampoco yo seré la excepción. Pensar en la pérdida de algún ser querido, me duele. Se me saltan las lágrimas sólo el considerarlo. ¿Y cómo me gustaría morir? Rodeado de aquellos que más me quieren. Cerrar los ojos y abrirlos en otro lugar. Morir simplemente: disfrutando de la vida, amando y sintiéndome amado.

Y tú, ¿qué dices de la muerte?




4 de octubre de 2015

¿Miedo?

No sé por dónde empezar. Son tantas ideas que me vienen a la mente, que me cuestan hilvanarlas en unos pocos párrafos. Pero como se trata de reflexiones para compartir, así lo haré...

Generalmente, ya desde que nacemos, los seres humanos, venimos llorando. Los niños, en su primeros años, en ese afán natural de aprender, se lanzan a todo. Diríamos que no conocen "los peligros". Eso, no conocen. Somos los adultos, quienes les vamos transmitiendo nuestros temores, nuestro modo de ver las cosas, nuestros pensamientos, ideas, creencias... Les inculcamos un mundo desde nuestro mundo. Así, generación tras generación. Y una vez alcanzada la adolescencia, juventud o ya adultos, creemos que somos lo opuesto de aquello que nos inculcaron de pequeños, sin embargo, algo queda de la tierna infancia. Y ojo, no quiero decir que eso sea malo. Ni bueno. Es evidente de que lo que se trata de transmitir, de generación en generación, es siempre lo mejor, se acierte o no.

Pero en este proceso personal, hay un factor, que tarde o temprano, sale a relucir: el miedo. Miedo a fracasar, miedo a cambiar y salir de mi zona de confort, miedo a ser más feliz y conformarme con lo que ya soy o ya tengo a mi alrededor. Miedo que se nos mete como el humo. Sin darnos cuenta. Nos hemos acomodado en la rutina. Nos hemos vuelto conformistas. Nos hemos arrutinado en la vida familiar, en el trabajo, en las relaciones interpersonales. Poco a poco la lucha y el esfuerzo por nuevos ideales y metas desaparecen en la vida.

Por ello, cuando llega la hora de vencer cualquier miedo en la vida se escuchas a tanta gente decir: "¡no sé que me pasa!", "¡ya no puedo más!", "¡siempre lo mismo!", "¡yo no puedo!", "¡esto no es para mí!" u  otras expresiones semejantes.

Estemos donde estemos a estas altura de la vida o nos encontremos como nos encontremos, creo que es momento de preguntarse en primer lugar: ¿Qué quiero hacer yo con mi vida? ¿qué me falta para ser más feliz? (Ojo, para ser, no ¿qué me falta tener? El ser humano es lo que es, no lo que tiene, aunque hoy veamos en muchos medios lo contrario).

Después, tras reflexionarlo y habiendo tomado conciencia: DAR EL PASO. Es aquí donde sé que no es fácil, ya que te hablo desde mi propia experiencia. Aquello que viste claro, tienes que llevarlo a la acción. Quizás necesites la ayuda de alguien (coach, orientador, psicólogo, amigo, pareja....).

Haz la prueba con pequeñas cosas de cada día. Vence esos miedos que te presentan la vida de cada día. La misma vida es una escuela para vencer miedos. Y cuando quieras realizar grandes cambios, no habrá miedos que te susurren, porque los habrás vencido por el camino.

27 de septiembre de 2015

Felicidad

¿Qué es? ¿Dónde se encuentra? ¿Porqué es tan importante para el ser humano? Hace años, cuando estaba en Chile, una amiga me decía, según ella, que "la felicidad no existía como tal, que sólo se recuerdan y viven los momentos que somos felices". Por otra parte, hace un par de días, escuchaba a un locutor de radio decir que "la felicidad no está dentro de uno, sino en tener y tener cosas. Eso nos hace felices".

Es evidente que todos queremos ser felices. Está en nuestra naturaleza humana. Desde todos los tiempos hasta nuestros días, la mayoría de los pensadores han intentando dar respuesta de qué es la felicidad. Lo podríamos resumir así, que la felicidad es: la entrega a los placeres, el ideal del hombre prudente y virtuoso, o el cumplimiento de la naturaleza en alcanzar su perfección. Claro, que esto dicho así, a más de uno le puede sonar raro o interpretar de cualquier manera.

No voy a tocar ahora más ese punto, pues no es mi fin reflexionar eternamente sobre algo que se ha dicho y se seguirá diciendo mucho. Pero, ¿por qué es importante? Salta a la vista: ¿quién no quiere ser feliz? Entonces se nos abre el último interrogante: ¿dónde se encuentra?

Cuando recibimos una mala noticia, o nos sucede algo inesperado: una pésima calificación, un despido inesperado, una enfermedad incurable, la muerte de un amigo... son situaciones concretas en las que nadie o casi nadie, dice en ese momento estar feliz.

Sin embargo el arte, la pintura o la música, la ciencia o la religión... hombres y mujeres de todas las generaciones buscamos y buscamos la felicidad. ¿Cómo? ¿Dónde? Es aquí la donde está lo más difícil. Me atrevería a decir que existen tres niveles. Y dependiendo de ellos, nuestra felicidad será mayor o menor, más o menos perdurable.

El primero es el comportamiento como resultado de mi actuar. El segundo nivel que construimos es el sentimiento o la emoción, generado por mi comportamiento. El tercer nivel son mis creencias. Dicho de otra forma, la creencia provoca en mi vida un sentimiento, ese sentimiento me lleva a comportarme de una forma determinada y el comportamiento deriva en mí un resultado.

En este caso por creencia entiendo "certeza que tenemos de una cosa". Por emoción: "alteración del ánimo intensa y pasajera, que va acompañada de cierta conmoción somática". Y por comportamiento: "el actuar".

Así, que cuánto más firmes tenga mis creencias, en el resultado final de mis acciones, se verá reflejado lo feliz que soy. Por ello creo que ser feliz no depende de un momento, sino de todos los momentos vividos según tú creas en ti mismo. Y no sólo dependiendo de lo que te sucede externamente, sino sobre todo dentro de la fuerza, de la energía que hay en tu interior. Y para ti, ¿qué es la felicidad?


20 de septiembre de 2015

Escuchar

Queremos ser escuchados, pero ¡cuánto cuesta escuchar! Como profesor de jóvenes de secundaria y bachillerato, aprendo muchas veces más, al escuchar a mis alumnos sus respuestas, sus pensamientos, sus argumentos, que de la exposición de mis propias clases. ¡Ojalá no pierda nunca esta actitud de escucha! Pero creo que vivimos en una sociedad un poco sorda. Ruido, no nos falta, y además a casi todas horas. Porque escuchar el silencio, no digamos, vivir algún rato de silencio, frecuentemente nos da miedo. El silencio lleva a encontrarse consigo mismo. Encontrarte contigo mismo te hace más feliz.


¡Qué difícil es escuchar! Y mucho más vivir una escucha activa, empática. Para escuchar necesitamos poner toda la atención en el otro. No sólo a sus palabras, sino a todo su ser: mirada, respiración, gestos... la expresión del cuerpo nos manifiesta el 70 por ciento de la comunicación, según los expertos.

Cuando realmente escuchamos obtenemos la información que deseamos obtener sin tanta interferencia de por medio. Nos despierta el interés, pues siempre hay algo nuevo. Ejercitamos la atención, ponemos toda nuestra energía en un solo foco. Adquirimos conciencia de lo que el otro nos dice, no sólo oímos, sino que intentamos hacerlo nuestro y nos ponemos en el lugar del otro. Facilitamos incluso un enfoque, manteniendo la concentración en un tema. Al escuchar, tenemos la oportunidad de intercambiar diversos puntos de vista, pues el equilibrio y la moderación nos posibilitan maneras nuevas de pensar y de expresar. Por último descubrimos maneras nuevas de llevar adelante la vida, pues somos consciente de que existimos como seres humanos rodeado de otros seres humanos, formando todos juntos una sociedad.

Ya en el día a día, tú me contarás. Oportunidades: a montones. En casa: con la pareja, con los hijos, con los padres; en el trabajo: con los compañeros, con los jefes, con los que tengo a mi cargo; en la vida de cada día: con aquella persona que tiene necesidad de ser escuchada. Hay que dejar esas constantes interferencias que todos tenemos a nuestro alrededor: La primera, la actitud. No vivir sólo para uno mismo. La segunda, la cantidad de necesidades que nos hemos creado sin necesidad: móviles, mensajes, música, ruido, etc.

Nuestra naturaleza humana está configurada por dos oídos y una boca. Escucha el doble de lo que hablas y quizás tu felicidad también se multiplicará.

13 de septiembre de 2015

Vive la vida

Guerra, hambre, terrorismo, inmigración, corrupción, injusticias... quizás todo eso nos queda aún muy lejos. Nos acercamos un poco más: paro, desesperación, incomprensión, soledad, falta de amor... y una nube negra donde, a cada uno, le abruma su propia tormenta. Parece que vivimos en un mundo atroz y pavoroso: economía, política, sociedad. Lo mires por donde lo mires, "no hay solución". Los medios de comunicación, en su mayoría, nos asfixian con energía negativa.

¿Cuántos proyectos en tu vida se han visto truncados por causa del "miedo" que te rodea? ¿Y cuántos se han visto sin realizar por tus propios "miedos"? Si días atrás hablaba de "resetear", de "volver a comenzar", hoy quiero compartir contigo, querido lector, algo que tampoco es nada nuevo y puede ayudarte a vencer tus miedos. Se llama: VIVE LA VIDA.

O mejor dicho, lánzate a vivir el presente, el momento que tienes ahora. Disfruta, ama, valora lo que tienes, porque en algún momento de la vida será simple recuerdo. El pasado ya pasó. Trae de él todo lo bueno y deja lo malo atrás. El futuro no ha llegado aún. Y ni siquiera sabes cuanto de ese futuro disfrutarás. Por ello vive el presente con intensidad, es lo único que tienes en tu manos.

Disfruta el nuevo amanecer, el cantar de los pájaros, la taza de café que te tomas en el desayuno sin pensar en otras cosas, la ida al trabajo o al estudio, tu tiempo de descanso, tus mismas responsabilidades y deberes... cada momento, cada instante de tu vida como único e irrepetible, con una actitud positiva, donde serás capaz de dar la vuelta a la tortilla cuando se cruce algo negativo por tu vida.

Disfruta lo que haces, lo que tienes, lo que eres. Sintoniza con todas las maravillas del mundo que te rodea: el cielo, el mar, la montaña. La selva de asfalto construida en grandes ciudades. Observa, siente, vive todo lo positivo que sucede a tu alrededor: ese joven que cede su asiento al anciano, la chica que ayuda al ciego a cruzar, el vecino que ofrece su hogar al refugiado, la madre y el padre que se desviven por dar lo mejor a sus hijos, el profesional que se afana por realizar con perfección su trabajo, los jóvenes que ponen sus energías y fuerzas en ayudar a los demás... y un sinfín de actitudes, que si nosotros nos lanzamos a vivir con pasión nuestro presente, disfrutaremos y contagiaremos a los demás de nuestra felicidad. 

No es vivir fuera de la realidad que te rodea ni crear una nueva utopía. Se escucha más el caer de un árbol que el aflorar de un gran bosque. Lánzate a vencer tus miedos. Lánzate a vivir la vida que tienes aquí y ahora. ¡Vive la vida!

6 de septiembre de 2015

"Reset"

Me lanzo al mar de este mundo bloguero con un par de experiencias que quiero compartir con vosotros.

La primera tiene que ver con el móvil. No sé si te ha pasado alguna vez que tu teléfono ya no funciona: se enciende y apaga continuamente, a la cabeza te viene que ya tienes que cambiarlo y comprar otro, cuando apenas llevas un par de años con él, consultas a tus amigos más expertos que tú... hasta que al final haces una copia de seguridad y sólo tienes que "restablecer valores de fábrica".

La otra con el router. Después de unos días apagados, por estar fuera de casa, llegas a casa, quieres meterte en internet y de repente no funciona. La velocidad es lenta, lenta, lenta... Llamas a la compañía. Los minutos que pasas sin internet parecen horas. El problema persiste. ¡No hay internet! Hasta que por fin, a última hora de la tarde, aparece el técnico. ¿Qué hace? Resetea el router. Y todo vuelve a la normalidad. Así de sencillo. Claro, pero ¡qué tontería! ¡sólo había que reiniciar el aparato!

Con estos hechos he visto, como en mi propia vida, que de vez en cuando hay que volver a iniciar. Lo he experimentado personalmente. Ya os contaré más, poco a poco. Queremos funcionar a tope, ser felices las 24 horas del día. Y a veces, sólo tenemos que volver a empezar, "resetearnos", en algún o algunos aspectos de nuestra vida, sin ser conscientes de que lo buscamos es: SER FELICES.

Un abrazo y continuaremos nuestro bregar en este mar infinito en el que nos movemos.